Vamos a dejar de hacer la vista gorda porque todos sabemos lo que pasa. Los fabricantes de trajes de baño los hacen con un material especial que encoge de un año para otro. Por eso, sacas el bañador o el bikini del armario te lo pruebas y no te cabe. No es que es te hayas puestos morado de donuts, cocidos, chocolates y patatas fritas durante el invierno, no. Eso no tiene nada que ver. Qué tontería. Eso es lo que nos quieren hacer creer. La realidad es que ha encogido. Así que este año me he dicho, pues se van a fastidiar que yo no me compro otro traje de baño. Si hace falta, adelgazo. Y he tirado por lo más obvio. darme a las ensaladas. Y cuál no sería mi sorpresa cuando este fin de semana, comentando con la gente que estaba preparando para el blog una ensalada de lentejas, descubrí que hay muchas personas que no la habían probado nunca. ¿Ensalada?, decían con el gesto de rechazo que esa palabra maldita, tan asociada a las dietas y al hambre, provoca en el común de los mortales. ¿De lentejas?, añadían torciendo aún más el gesto, como si les hubiera dicho que iba a comerme un gato muerto. Pues sí. Una rica ensalada de lentejas. Si ya la conocíais, os la recuerdo porque es rica, alimenticia, saludable y perfecta para no engordar, como todas las de nuestra fastuosa Operación Tipazo. Si no la conocíais, os la presento: aquí unos amigos, aquí una ensalada de lentejas.
Ingredientes: 1 bote de lentejas, 1 tomate, 1 aguacate, ½ cebolla, 1 huevo duro, 1 diente de ajo, 1 lata de ventresca de atún (o si tenéis el adecuado poderío económico, unos langostinos), mostaza, aceite de oliva virgen extra, vinagre y sal.
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